Dice el refrán que el roce hace el cariño, aunque en un velero las cosas no acostumbran a ser así. En regata y en crucero hay que proteger el barco, las velas y el equipo de golpes, rayadas y desgarros. Y esta recomendación también es importante en la quietud de los meses de invernada pasados en puerto. El barco debe quedar al resguardo de esas “heridas de guerra” que tanto duelen al armador cuidadoso.